De chico, el silencio compró mi silencio (fue acuerdo mutuo) Yo mudo y él en silencio, así dejábamos de molestarnos con los estruendos. Estridencia salida de su oreja -mi oreja- transformada en un pito infinito, que sólo callaba diciendo "que viva cien años más, que viva cien años más". Chirridos salidos de los escasos juguetes que tuve, y de sus efectos especiales, de momentos en que los puse bajo cinematográficas situaciones y arriesgué su vida divirtiéndome.
Fue de chico, lactante de inocencia, cuando me costó un mundo:
-descubrir la diferencia entre oreja y oído-
Yo me escondía bajo la cama jugando con mi mismo. Sí, inventé mundos, inventé paisajes, e incluso animales. Pero jamás inventé a otra persona. Eso se lo reservo, desde chico, al sexo. Y escondido del tiempo, al que aún le temo, transformé mi caos en un acierto. Y del cobertor de mi cama, aprendí la estética. Fue como la escuela que aún no llegaba, o que por su facilidad obviaba. Teoría del color aprendí, uso de la tinta china al ensuciarlo, peluquería al cortar sus flecos. Y cautivo de mi alegría de descubridor de bandera izada, corté mi pelito de rubio color (no recuerdo bien la imagen de mi rostro, sólo escucho a mi madre gritando en todos los tonos).
Fue ahí donde me costó un mundo y su luna:
Fue de chico, lactante de inocencia, cuando me costó un mundo:
-descubrir la diferencia entre oreja y oído-
Yo me escondía bajo la cama jugando con mi mismo. Sí, inventé mundos, inventé paisajes, e incluso animales. Pero jamás inventé a otra persona. Eso se lo reservo, desde chico, al sexo. Y escondido del tiempo, al que aún le temo, transformé mi caos en un acierto. Y del cobertor de mi cama, aprendí la estética. Fue como la escuela que aún no llegaba, o que por su facilidad obviaba. Teoría del color aprendí, uso de la tinta china al ensuciarlo, peluquería al cortar sus flecos. Y cautivo de mi alegría de descubridor de bandera izada, corté mi pelito de rubio color (no recuerdo bien la imagen de mi rostro, sólo escucho a mi madre gritando en todos los tonos).
Fue ahí donde me costó un mundo y su luna:
-aprender la diferencia entre tonalidad y tono-
De chico, en ausencia de pinceles y brochas, de juguetes y guiones de obras, agarré un lápiz y un cuaderno "místico" por considerarlo antiquísimo (pobre, carcomido y de hojas de Roneo). Y me puse a escribir, después de mis juegos. Después de buscar el tesoro en la rumba de lápices regalados por una fábrica que visité: Pax; paz trajeron esos lápices a mi espíritu de pirata, packs de lápices que aún conservo en estuche de árbol.
Y así, lenta y pacientemente:
-descubrí la diferencia entre poema y poesía- y los hice compartir como hueso y articulación. Y sigo sin saber a quién le di el papel óseo y a cuál el de soporte. Pero juntos me sostienen: poema y poesía.
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